Samuel Picazo Orcero*
Esta semana comienza en Alcalá de Henares el momento más reivindicativo del año para las personas LGBTIQ+, el Orgullo. Reivindicativo, porque además del ambiente festivo, es un momento de lucha y visibilización de las desigualdades presentes en nuestra sociedad, para seguir avanzando social y políticamente hacia la inclusión, garantizando el ejercicio de los derechos y libertades de las personas LGBTIQ+.
También es una celebración, porque celebramos los logros alcanzados, pero si ponemos en una balanza aquello que se quedó en el retrovisor y todo lo que sigue pendiente, los retos que tenemos por delante son, sin duda, la parte más importante.
Hoy me quiero detener en nuestra ciudad, su entorno, su historia y lo que implica ser LGBTIQ+.
No cabe duda de que los niveles de convivencia en nuestra ciudad han mejorado mucho en los últimos años, aunque aún queda mucho por mejorar. Una muestra clara de ello fueron los ataques que sufrimos la sede de la organización que represento, al igual que otros colectivos sociales. Mensajes de odio acompañados de varias muestras de simbología de extrema derecha, a los que no haremos publicidad y que repudiamos contundentemente, dirigidos a quienes decimos, hoy más que nunca, que estamos orgullosos de ser LGBTIQ+, de pertenecer a una comunidad que no entiende de fronteras.
Uno de nuestros de nuestros mayores problemas no solo para el colectivo, sino para la sociedad en términos generales, es el extremismo ideológico. Un extremismo ideológico que encuentra su perfecto caldo de cultivo en momentos de crisis o recesión económica como el que aún hoy atraviesa el país. Un extremismo ideológico que alimenta el individualismo frente al colectivismo, el odio frente a la solidaridad. Un extremismo que busca culpables en lugar de soluciones, y que por desgracia hoy está dentro de nuestras instituciones locales. Un extremismo ideológico, que cuando denuncias este tipo de actuaciones violentas, de manera pública y notoria, te responde de manera condescendiente, que estás haciendo una montaña de un grano de arena y buscando problemas donde no los hay.
Si nos centramos en las personas LGBTIQ+ de Alcalá y su entorno, en reglas generales podemos decir que existe un buen clima de convivencia, pero sin duda es necesario un mayor ejercicio de visibilización y, por ende, de normalización. Como ejercicio de responsabilidad, no podemos olvidar a las zonas rurales del Corredor y las personas del colectivo que ahí viven, y que prefieren desarrollar su vida social-afectivo-sexual en Madrid, en la capital, en busca de un anonimato que aún estiman necesario para realizar sus vidas con normalidad. Normalidad a la que abogamos y que exigimos hoy a todas las instituciones, nuestra humanidad es plural, diversa y multicultural. La ciudad de Alcalá está ante el momento histórico de abanderar las transformaciones necesarias para dar ejemplo y colocar en valor esta diversidad.
Es por todo ello que tanto colectivos como instituciones deben de seguir avanzando para cumplir estos objetivos, ofreciendo alternativas a las personas LGBTIQ para que puedan desarrollar una vida plena en su ciudad. Por último, deseamos a todas, todos y todes un feliz y reivindicativo Orgullo, que la semilla de la esperanza proveniente de los espacios ya conquistados permita que florezca la libertad y nos guíe hacia espacios reales de igualdad.
Samuel Picazo Orcero es el técnico de Kifkif en Alcalá de Henares.