*Por Gabriele Gelmini
17 de mayo de 1990, hace 28 años como hoy, la Organización Mundial de la Sanidad eliminó definitivamente la homosexualidad del listado de las enfermedades mentales. Por esta razón, en 2004 las Naciones Unidas y las asociaciones Lgbt eligieron esta fecha para celebrar el Día internacional contra la homo, bi y transfobia.
A pesar de los avances de la sociedad italiana en los últimos años, la homofobia sigue siendo una verdadera llaga social: solo en Italia y solo en 2019 hubo al menos 50 ataques homófobos: insultos, agresiones físicas, ataques a las sedes de asociaciones Lgbt, amenazas y censura a nivel mediático. No estamos hablando de episodios aislados: las instituciones contribuyen a difundir este clima de odio e intolerancia. Pienso por ejemplo en el Family Day, en la Cumbre de la Familia, a las afirmaciones del senador Simone Pillon. Y los homofóbos ya no se dan corte en expresar sus “opiniones”, si así queremos llamarlas. Me viene a la cabeza (un acontecimiento entre los muchos) que una familia en Verona hace unas semanas tuvo que construir un muro alrededor de su casa, para que pararan los ataques homofóbicos que seguían sufriendo desde hacía algunos meses: hablo de cubos de gasolina tirados a la cara o esvásticas dibujadas en las paredes externas.
Cada año, a nivel internacional, se elige un tema sobre el cual desarollar este Día. Este año se ha elegido la “protección y justicia para todos”. Sí, porque existe un colectivo discriminado dos veces aquí: el de los migrantes Lgbt, que sufren estigma tanto por su orientación sexual como por su estatus de refugiado o de inmigrante.
Ahora mismo los Países con leyes que discriminan o persiguen el colectivo Lgbt son 72, algunos de los cuales prevén la cadena perpetua o la pena capital. Y no se habla solo de África: todos conocemos la matanza de los gays en Chechenia y las limitaciones de sus libertades en Rusia, hasta llegar al trato inhumano y violento del Estado Islámico que llega a tirar las víctimas desde los edificios más altos de las ciudades.
Volviendo a Italia, la Asociación Arcigay acaba de publicar los datos relativos al último año: los ataques homófobos han sido 187, con un aumento del 33% respeto al año anterior. Paradójico en un País que solo hace tres años aprobó una ley sobre las Uniones civiles. Por eso Arcigay lanzó una campaña social a la que tomó parte incluso Vladimir Luxuria, activista trans y ex diputada, que subió a Twitter una foto de cuando era chico:
Mai dimenticare chi ero per capire meglio chi sono oggi, i lividi per le botte, le ferite del cuore per gli insulti.Queste cicatrici sono medaglie alla resistenza di chi crede nella principale libertà: essere sempre se stessi #giornatamondialecontrolomofobia #omofobia #transfobia pic.twitter.com/q1ykU5qxxx
— vladimir luxuria (@vladiluxuria) May 16, 2019
Esa no es la primera campaña de la Asociación: hace un mes se inauguró “Non fa ridere” (“No hace gracia”) para luchar contra el bullying homofóbico en la Red. Las palabras más inocentes, pienso en “maricón” o “bollera”, puedes ser discriminatorias si pronunciadas en contextos donde hay desequilibrio social (por ejemplo, un jefe hacia su dependiente/a) y contribuyen al fenómeno del hate speech.
En conclusión, el día en que nadie será insultado, humillado o incluso asesinado en función de su orientación sexual o de su identidad de género, entonces los días como hoy o las manifestaciones como el Orgullo podrán dejar de existir. Hasta aquel entonces, sin embargo, la lucha tiene que ser constante e inclusiva, para que nadie decida lo que tenemos que hacer con nuestros.
*Periodista y activista LGTB