A última hora de la noche del jueves, Viktória Radványi, directora de comunicaciones del Orgullo de Budapest, condujo con su novia hasta la frontera entre Hungría y Ucrania. Recogían a cuatro refugiadas LGTBI y las llevaban de vuelta a Budapest para proporcionarles un alojamiento seguro, alimentos y recursos de salud mental.
Pero Radványi no forma parte de ningún grupo humanitario, ni tiene experiencia en el reasentamiento de personas refugiadas. Nunca pensó que tendría que presenciar una guerra tan cerca de su país. Sin embargo, cuando se enteró de la invasión rusa en Ucrania, supo inmediatamente que tenía que ayudar.
“Sabemos que la gente que dice que todo el mundo sufre la guerra de la misma manera, que eso no es cierto. Y sabemos que en situaciones de gran crisis, los grupos vulnerables de la sociedad se vuelven especialmente vulnerables. Así que eso ya estaba en nuestros corazones y mentes”, dijo Radványi.
Añadió que las personas LGTBI de su país han dado todo lo que han podido para ayudar: una habitación libre, un sofá.
Los conflictos armados y la guerra agravan la vulnerabilidad de muchas poblaciones minoritarias, y aumentan la probabilidad de que estén expuestas a abusos. Según un informe de 2021 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, las personas LGTBI son susceptibles de sufrir violencia, denegación de servicios básicos, detenciones arbitrarias y abusos por parte de las fuerzas de seguridad, entre otros tipos de discriminación.
La raza, la cultura y la política determinan cómo -o si- se acoge a las personas refugiadas en Europa
En Ucrania, muchas mujeres transgénero no pueden salir del país porque sus documentos de identidad gubernamentales siguen marcándolas como masculinas, y los hombres se ven obligados a quedarse y luchar en virtud de las leyes de reclutamiento del país. Las mujeres también luchan en el ejército ucraniano, y no se expulsa a las personas por ser homosexuales o trans, aunque no son necesariamente bienvenidas.
Muchos ucranianos están huyendo a Polonia y Hungría, y los activistas afirman que allí se enfrentarán a retos particulares, ya que la Unión Europea ha condenado a ambos países por tener leyes antigay. En Polonia, las parejas homosexuales no pueden casarse, formar uniones civiles o adoptar niños. En 2019, una encuesta de opinión reveló que casi una cuarta parte de los polacos cree que la homosexualidad no debe ser tolerada, y existen las llamadas zonas “libres de LGTBI” en todo el país.
Julia Maciocha, activista del Orgullo de Varsovia (Polonia), dijo que su entidad se apresuró a ayudar a las personas refugiadas porque quería protegerlas de una posible discriminación.
“No queremos que se les mantenga en campos de refugiados o en grandes edificios o lugares enormes donde no estén seguros porque, por supuesto, la homofobia sigue existiendo en Polonia. Queremos asegurarnos de que se les coloca con personas que entienden sus necesidades”, dijo.
Machiocha cree que el miedo a la posible discriminación hará que muchas de las personas refugiadas LGTBI abandonen Polonia y Hungría al cabo de unas semanas o meses. Dijo que cree que es probable que se trasladen a Europa Occidental, donde las leyes son más amistosas. “Así que lo que podemos hacer aquí es acogerlos y ayudarlos en primer lugar”, dijo Maciocha.
Los ucranianos huyen a Polonia, pero algunos regresan a casa por sus familias
Aaron Morris, del grupo de derechos LGTBI con sede en Estados Unidos, Immigration Equality, dijo que este es un patrón que ha visto demasiadas veces. Las personas LGTBI refugiadas que huyen de Turquía, Siria, Afganistán y Centroamérica han sido históricamente víctimas de ataques y discriminación.
“A menudo, cuando huyen a través de otro país con la esperanza de llegar a un lugar donde se sientan seguros, son condenados al ostracismo. No tienen el mismo acceso al apoyo familiar, al apoyo basado en la religión, que podrían tener otras minorías”, dijo.
Dijo que se trata de una cuestión que requiere el apoyo de gobiernos como el de Estados Unidos, que podría acoger a las personas refugiadas LGTBI o pedir que otros países las mantengan a salvo. Pero las entidades LGTBI de Europa no dependen de la ayuda exterior; los grupos de activistas han empezado a reunirse para debatir cómo pueden proporcionar refugio, ayuda médica y transporte a países más amistosos a mayor escala.
Aun así, estos activistas temen por el futuro tanto de las personas refugiadas LGTBI como de las que permanecen en Ucrania. “Nadie sabe lo que va a pasar”, dijo Radványi, “así que esta incertidumbre, estas circunstancias tan, tan imprevisibles, lo hacen muy, muy difícil”.
Fuente: NPR