Alí –nombre ficticio- volvió a nacer el día que llegó a España. Este año se cumple el 10º aniversario de su llegada y de la Ley de Asilo, la herramienta principal que facilitó su solicitud. Su petición, como tantas otras, se debía a que era incompatible su orientación sexual –gay- con estar en Irán, su país de origen, donde peligraba su vida.
En concreto, el país asiático niega que existan personas LGTBI en la región, ya que está prohibida toda orientación sexual que no sea la heterosexual, lo que ha llevado a Irán a ser uno de los principales países que acosan al colectivo en el mundo con la muerte.
Fue la Ley de Asilo la que le salvó la vida a Alí. La iniciativa, aprobada durante el Gobierno socialista de Zapatero, permitió abrir un amplio abanico de posibilidades para las personas que eran perseguidas, acosadas y amenazas de muerte por cuestiones de raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas u orientación sexual y/o identidad de género, entre otros, a quienes se les otorgaba la condición de refugiados.
Con esta ley España se situó como el sexto mejor país europeo en 2019 para solicitantes de asilo LGTBI, por detrás de Bélgica, Noruega o Finlandia, tal y como apuntó el estudio Rainbow Europe 2019. Sin embargo, la realidad es que sólo se lograron resolver 1 de cada 4 solicitudes de asilo un año atrás. Unos datos que muestran que todavía queda mucho recorrido por hacer, ya que cada denegación de asilo da mayor peligro a quien es perseguido por expresión, orientación sexual y/o identidad de género.
Pero no todo han sido éxitos. Desde Kifkif, Asociación de Migrantes y Refugiados Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales, entendemos que la actual Ley de Asilo carece de una perspectiva LGTBI, lo que ha provocado durante años que el Gobierno de turno haya invisibilizado la situación de los solicitantes de asilo por motivos de orientación y expresión sexual, lo que ha provocado que otras personas como Alí no hayan podido abandonar su país de origen.
En concreto, Acnur y CEAR –la encargada de tramitar el caso de Alí- remarcaron en 2016 que el Gobierno español denegó protección internacional LGTBI al considerar que podían vivir en su país “con discreción”. Países que promovían el odio y aplicaban penas de muertes para el colectivo. En Irán, donde la homosexualidad es un tema tabú, se aplica la ley Sharia a personas como Alí por prácticas “sodomitas”.
Es el momento. Es ahora cuando se debe hacer valer los derechos de migrantes y LGTBI, ya que son derechos humanos, y ambos miden la democracia del país. La coalición de Gobierno en España actual ha informado de su intención de hacer una segunda modificación de la ley –la primera, en 2016- para cambiar algunos procedimientos.
La fase instrucción de esta ley, que cumple la década, incluye una serie de entrevistas que tienen mucho peso en la solicitud de asilo. “¿De qué color es la bandera arcoíris? ¿Qué prácticas sexuales sueles hacer?”, estas son sólo algunas de las preguntas de este “examen” que determinan el futuro incierto de quien pide protección internacional, además de otras vulneraciones de derechos humanos que se producen durante esta fase.
A lo largo de estos diez años se ha visto como profesionales encargados de valorar la solicitud han confundido la identidad del solicitante de asilo LGTBI, como se han producido confusiones de identidad y, en definitiva, se ha mostrado desconocimiento hacia los países originarios. Falta de formación. Por ello se hace necesario que la Ley de Asilo recoja la situación LGTBI, una cuestión perseguida en multitud de países.
Desde Kifkif trabajamos para promover la inclusión social, ofrecer asesoramiento jurídico y dar atención psicosocial, entre otros, recordamos que el año pasado se incrementaron las solicitudes de protección internacional por parte de personas LGTBI. Un escenario que se espera recrudecer este año, con Venezuela en el foco.
En 2018, España reconoció la protección internacional a 2.895 personas, de las cuales sólo 575 obtuvieron el estatuto de refugiado, lo que supone menos del 5 % de peticiones resueltas. Mientras que en 2019 se recibieron un total de 118.264 solicitudes de asilo, lo que supone un 53 % más que en 2018.
Por ello, queremos un futuro en el que Alí, y todas las personas que sean como él, pueda vivir y amar libremente sin ser discriminado ni amenazado de muerte por ser gay.