El artículo original fue publicado en El Periódico el 12 de diciembre de 2023. Se ha modificado y adaptado para enfocarlo en el sinhogarismo entre las personas LGTBI migrantes.

Ashley (nombre cambiado para preservar su anonimato) es una mujer trans de origen colombiano que vive en España desde hace cinco años. Su historia es un ejemplo de las dificultades y los riesgos que enfrentan las personas LGTBI migrantes, especialmente las trans, para acceder a una vivienda digna y estable.

Ashley contó a sus padres que era una mujer cuando tenía 23 años, pero hasta que no le diagnosticaron un linfoma no tomó la iniciativa de ir al endocrino. “Ahí me dije no iba a seguir postergándolo”, cuenta. El último día de su proceso de quimioterapia su madre, testigo de Jehová, la echó de casa. Ninguno de sus padres aceptaba su condición de mujer trans.

Cogió sus cosas y se fue a casa de una amiga que también vive en Alcalá de Henares. La dejó quedarse con ella hasta que la Comunidad de Madrid le encontró un sitio en el que vivir, aproximadamente una semana después. Fue a través del Proyecto Habitacional dirigido al colectivo LGTBI de la Fundación San Martín de Porres. Pero por problemas entre algunas usuarias y trabajadores sociales el ambiente se puso tenso. Alguna compañera traía gente de fuera a la que era su casa, lo que también la incomodaba.

Su trabajadora social en el ayuntamiento la ayudó a conseguir el Ingreso Mínimo Vital y, así, consiguió salir de allí y empezar de nuevo. A día de hoy tiene una relación totalmente normal con sus padres y, asegura, todo ha ido a mejor.

Sin embargo, no todas las personas LGTBI migrantes tienen la misma suerte que Ashley. Según el INE, entre la población general la incidencia del sinhogarismo es de 86 personas cada 100.000 habitantes (un 0,086% de la población general). Pues la encuesta Estado LGTBI+ 2023 ha revelado que ese porcentaje aumenta entre las personas LGTBI+: hasta el 2,25% de ellas han tenido que dormir en la calle en algún momento de su vida (FELGTBI+, 2023).

“Aunque no sea completamente comparable, da una idea de la enorme incidencia del sinhogarismo entre esta población. El sinhogarismo aparece atravesado por factores como la educación, la renta y también la identidad LGTBI+”, apuntan los autores en el trabajo. Un problema que es especialmente significativo entre las personas trans: alrededor del 50% de ellas ha tenido algún problema de sinhogarismo a lo largo de su vida. Un 33,3% tuvo que irse a vivir con amigos o parientes, a un 16,7% no le quedó más remedio que vivir en un lugar no adecuado y un 4,2% tuvo que dormir en la calle (FELGTBI+, 2023).

Es un colectivo que, como explica Ignacio Paredero, secretario de Organización de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans, Bisexuales, Intersexuales y más (FELGTBI+), sufre algunos problemas, como el fracaso escolar o la baja aceptación, de manera más intensa. “Imagínate la situación de una persona trans de 60 años hace tres o cuatro décadas”, indica (FELGTBI+, 2023).

Además, las personas LGTBI migrantes se enfrentan a otras barreras que dificultan su acceso a una vivienda, como la falta de documentación, el desconocimiento del idioma, la discriminación por su origen o la escasez de recursos económicos. Según un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos, el rechazo familiar es la principal causa del sinhogarismo entre la población LGTBI, seguida de los problemas familiares y la ruptura de la pareja, y la pérdida del empleo (García, 2019).

Uno de los principales problemas que tiene este colectivo es la precariedad por las dificultades para acceder al mercado laboral. Ashley asegura que eso se solucionó cuando apareció su nombre real en el DNI, pero antes todo eran problemas: el género que mostraba su documento de identidad no se correspondía con su presentación.

“En las entrevistas me iba súper bien hasta la hora de dar el DNI y tener que explicar cosas. Se notaba en la cara de los entrevistadores. Hasta ese momento me decían que tenía unas capacidades, unos estudios, una presencia y tal, hasta que explicaba lo otro. Entonces era como: ya te llamaremos”, asegura. Pero no llamaban.

Según un informe de la ONU, las personas LGTBI migrantes son uno de los colectivos más marginados y vulnerables, y sufren mayor exclusión y discriminación cuando huyen de sus países en busca de refugio y protección (ONU, 2018). Por ello, los expertos de derechos humanos instan a garantizarles el goce de sus garantías fundamentales dondequiera que vivan.

Desde la Red FACIAM, que agrupa a entidades que trabajan para mejorar la calidad de vida de las personas sin hogar, se reclama una mayor atención y sensibilización sobre la realidad del sinhogarismo entre las personas LGTBI migrantes, así como la creación de recursos específicos y adaptados a sus necesidades (Red FACIAM, 2020).

El sinhogarismo es una realidad invisible para muchas personas LGTBI migrantes, que se ven obligadas a vivir en la calle o en condiciones precarias por su orientación sexual o identidad de género. Es necesario visibilizar y reconocer su situación, y ofrecerles apoyo y acompañamiento para que puedan acceder a una vivienda digna y estable, y ejercer plenamente sus derechos como ciudadanas.

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#TransMigrantesAbandonados por sus familias y por el Estado: el drama de las personas LGTBI migrantes sin hogar