Shiraz tiene 22 años y una sonrisa contagiosa. En sus videos de TikTok, baila con gracia y alegría, mostrando su talento para la danza del vientre. Sus seguidores la admiran y la apoyan, sin saber el largo y duro camino que ha recorrido para llegar hasta donde está.

Shiraz nació en un país de Oriente Medio, donde su identidad de género no era aceptada ni comprendida. Desde pequeña, se sintió diferente y deseó ser una niña como las demás. Sin embargo, su familia conservadora la rechazó y la sometió a todo tipo de abusos y violencia. Incluso la obligaron a pasar por una terapia electroconvulsiva, que le causó un trauma irreversible.

“Me dijeron que estaba enferma, que tenía que cambiar. Me hicieron sentir que no valía nada”, cuenta Shiraz, con lágrimas en los ojos.

La desesperación la llevó a intentar quitarse la vida en varias ocasiones, pero siempre hubo alguien que la salvó. Una de esas personas fue su abuela, que la acogió en su casa y le dio el amor que nunca recibió de sus padres. Gracias a ella, Shiraz pudo acceder a una ONG que le ofreció la posibilidad de emigrar a Turquía, donde esperaba encontrar una vida mejor.

Sin embargo, el viaje no fue fácil. Shiraz tuvo que atravesar varios países, enfrentarse a traficantes de personas, a la policía y a la discriminación. Al llegar a Turquía, se instaló primero en Estambul y luego en Mersin, una ciudad del sur. Allí, se encontró con nuevos desafíos, como el idioma, la cultura y la falta de recursos.

“Estaba deprimida. No tenía amigos, ni trabajo, ni esperanza. Pensaba que nunca podría estudiar ni cumplir mis sueños”, dice Shiraz.

Pero su suerte cambió cuando conoció el Centro Municipal y Comunitario de Inmigrantes de Mersin, un proyecto de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que brinda asistencia integral a los migrantes y refugiados. El Centro le ofreció apoyo psicosocial, alojamiento, traducción, asesoramiento jurídico y ayuda para matricularse en una universidad de Esmirna, donde ahora estudia programación.

“El Centro me cambió la vida. Me trataron con respeto y dignidad. Me ayudaron a recuperar mi autoestima y mis ganas de vivir”, afirma Shiraz.

Su sueño es convertirse en cardiocirujana, para curar los corazones rotos de otras personas como ella. También quiere seguir bailando y compartiendo su arte con el mundo. Su próximo destino es un tercer país, donde espera obtener el reconocimiento legal de su identidad de género y la ciudadanía.

“Quiero ser feliz, como cualquier chica. Quiero tener una familia, una casa, un trabajo. Quiero ser libre”, declara Shiraz, con una sonrisa que ilumina su rostro.

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Campañas#TransMigrantesDe la terapia electroconvulsiva a la danza del vientre: la historia de Shiraz, la refugiada trans que quiere ser médica