La dibujante aragonesa Marina Velasco y el veterano historietista barcelonés Sebas Martín han publicado dos cómics que narran las vivencias de personas LGTBIQ+ en diferentes épocas de la historia de España. Velasco, con ‘Que no se olvide’ (Premio Fnac-Salamandra Graphic 2023), recoge seis testimonios reales de represión y resistencia desde el franquismo hasta la actualidad. Martín, con ‘Que el fin del mundo nos encuentre bailando’ (La Cúpula), recrea una historia de amor entre dos hombres en la convulsa Barcelona de 1935, en vísperas de la Guerra Civil.
La represión durante el franquismo y la Segunda República
Uno de los protagonistas de ‘Que no se olvide’ es Arnau, un joven homosexual que fue detenido y torturado por la policía franquista en 1970, tras ser sorprendido besándose con su novio en Barcelona. Su familia lo repudió y lo mandó a Inglaterra para ‘enderezarlo’. Hasta hace diez años, tras ir a terapia, no pudo aceptar lo que le ocurrió. ‘Lágrima. Porque no pude evitar llorar al hacer esta página’, escribe Velasco en el cómic, donde se ve a Arnau abrazado a su novio en una celda. La ilustradora, que debutó con este trabajo, quiso visibilizar las historias de quienes se vieron obligados a callar y esconderse por temor a las consecuencias. ‘No quería que se olvidaran’, dice.
En ‘Que el fin del mundo nos encuentre bailando’, Martín se remonta a la Segunda República, un periodo que, según él, ha sido poco explorado en cuanto a la situación de las personas LGTBIQ+. ‘Se ha hablado mucho de la represión en la posguerra y la dictadura, pero hay un limbo sobre cómo era durante la Segunda República. Parece que todo el mundo era muy de izquierdas pero había mucho machismo y, aunque ser homosexual o lesbiana no estaba penado, sí podían detenerte por escándalo público y extorsionarte. Además, los comunistas y anarquistas consideraban la homosexualidad como un vicio burgués. Y para los de derechas, si eras obrero y gay, pecabas por vicioso y pervertidor’, apunta. El cómic cuenta la historia de Tomás, un joven y humilde oficinista lector de Lorca, que se enamora de Basilio, un trabajador y boxeador curtido en la Barcelona canalla y nocturna del Barrio Chino y el Paral·lel. Martín se inspiró en un amigo de un tío suyo, que le contó sus anécdotas de primera mano.
Los derechos en peligro
Velasco y Martín coinciden en que, aunque las cosas han mejorado para la comunidad LGTBIQ+ en España, los derechos que se han conseguido están en peligro por el auge de los discursos de odio y la homofobia. ‘En algunas calles de Madrid te amenazan y te gritan ‘maricón de mierda, vuélvete a Chueca o Malasaña’. Los gays más mayores avisamos a los jóvenes de hoy que ha costado muchísimo conseguir los derechos que tienen hoy y de que es muy fácil perderlos. Siempre ha habido homófobos y hemos sufrido agresiones, pero ahora, con partidos como Vox y PP se sienten legitimados y están a la orden del día. Y ves barbaridades en Rusia, que ha prohibido cualquier muestra de afecto entre personas del mismo sexo, o los países árabes, o Argentina… Da pavor esta ola de odio generalizada. No se puede bajar nunca la guardia’, dice Martín.
Velasco también denuncia que varias de las personas que entrevistó para su cómic sufrieron terapias de conversión bajo el control de la Iglesia para ‘curar’ la homosexualidad. ‘Siguieron existiendo. Es un retroceso enorme que Ayuso elimine su prohibición y derogue parte de las leyes trans y LGTBI en Madrid. También en Italia ves que quitan la libertad y los derechos a la gente’, afirma. La ilustradora, que es bisexual, confiesa que aún hoy hay gente que la mira mal por ir cogida de la mano con su novia. ‘Y tienes miedo cuando ves que te vienen a buscar’, dice.
El futuro de los cómics
El relato que cuenta Martín termina justo antes del golpe de estado que desató la Guerra Civil. Ahora escribe, de nuevo a fuego lento, una continuación. ‘Para imaginar qué les pasaría durante el conflicto y la dictadura’. Ambos cómics recuerdan que aunque no fue hasta 1954 en que Franco formalizó la persecución de la homosexualidad al modificar la ley de vagos y maleantes, antes los gays ya eran objeto de ‘maltratos, vejaciones y detenciones arbitrarias por parte de la policía y los grupos falangistas’ y podían acabar en trabajos forzados.
En los años 30, cuenta el dibujante, ‘la homosexualidad estaba asociada al lumpen, a la vida canalla, la que en Barcelona se vivía en el Barrio Chino. Pero también había gays entre la clase obrera, aunque estos no tenían voz. El personaje de Tomás quiere una vida normal con la persona de la que se ha enamorado, lejos de ese mundo sórdido’.
Otros entrevistados por Velasco temen hoy tener que ir a una residencia de ancianos. ‘No conciben convivir o compartir habitación con gente de su misma generación que les insultó, les negó, les detuvo, les maltrató y les hizo la vida imposible de jóvenes’.