Hubert Edward Spires tenía veinte años cuando decidió servir a su país uniéndose al ejército. Era un hombre gay en una época muy distinta a la actual, y por eso fue expulsado con una baja “indeseable”. Hoy, el hombre de 91 años de Connecticut ha recibido por fin la baja honorable que le negaron hace 68 años. En 1946, se incorporó a lo que entonces se llamaba la Fuerza Aérea del Ejército de los Estados Unidos y se convirtió en asistente del capellán en la base aérea de Lackland en San Antonio. Spires se dedicó con entusiasmo al trabajo, que incluía escribir cartas a las familias preocupadas por sus seres queridos, tocar el órgano durante la misa católica y preparar la capilla para los diversos servicios. Debido a la derogación de la política de “No preguntar, no decir” en 2010, Spires pudo solicitar que se cambiara el estado de su baja. El nonagenario presentó una demanda federal pidiendo una baja honorable para poder recibir un entierro militar. La Fuerza Aérea ha cambiado los registros del anciano a una baja honorable. Spires dijo: “Puedo irme a la tumba con la cabeza bien alta”.
Spires es uno de los muchos veteranos de guerra que sufrieron discriminación y persecución por su orientación sexual durante su servicio militar. Su historia es un ejemplo de la lucha y la resistencia de la comunidad LGTBI, que ha logrado avances significativos en los derechos y el reconocimiento de las personas homosexuales, bisexuales y transgénero. Sin embargo, todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar la igualdad y la dignidad de todas las personas, independientemente de a quién amen. Por eso, desde esta web queremos rendir homenaje a Hubert Edward Spires y a todos los que han contribuido a nuestra historia LGTBI.