El pasado 19 de diciembre, la Iglesia católica dio un paso sin precedentes en su relación con las personas LGTBI, al permitir que sus uniones puedan recibir la bendición eclesial, siempre que no se equiparen al matrimonio sacramental. Así lo anunció el Papa Francisco en una carta dirigida a cinco cardenales que le habían consultado sobre este asunto, y que fue publicada por el portal Religión Digital (2023).
Esta decisión supone un giro histórico en la postura de la Iglesia católica, que hasta ahora había rechazado cualquier forma de reconocimiento o apoyo a las parejas del mismo sexo. En marzo de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe, el órgano encargado de velar por la ortodoxia católica, había declarado que “no es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio” (Vaticano, 2021). El Papa Francisco había dado su asentimiento a esta declaración, lo que causó decepción y malestar entre las personas LGTBI y sus familias.
Sin embargo, el Papa Francisco ha mostrado desde el inicio de su pontificado una actitud más abierta y compasiva hacia las personas LGTBI, expresando su respeto y su acogida, y defendiendo sus derechos civiles. En octubre de 2020, en un documental titulado “Francesco”, el Papa afirmó que “la gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello” (BBC, 2020). Además, apoyó la legalización de las uniones civiles de parejas del mismo sexo, como una forma de proteger su dignidad y su seguridad.
¿Cómo se explica entonces este cambio de criterio del Papa Francisco, que pasa de respaldar la negativa a bendecir las uniones LGTBI a autorizarlas en menos de un año? ¿Qué implicaciones tiene esta decisión para la doctrina y la moral católicas? ¿Qué reacciones ha generado esta medida entre los fieles y los obispos?
Según el teólogo Enric Vilà, se pueden distinguir tres paradigmas en la evolución de la Iglesia sobre el tema LGTBI: el paradigma del miedo, el paradigma de la misericordia y el paradigma del reconocimiento (Vilà, 2023). El Papa Francisco se sitúa en este último, que implica superar la visión negativa y condenatoria de la homosexualidad, y reconocer la dignidad y la diversidad de las personas LGTBI, así como su aportación a la Iglesia y a la sociedad. Sin embargo, el Papa Francisco no ha modificado la doctrina oficial de la Iglesia, que sigue considerando que los actos homosexuales son “intrínsecamente desordenados” y contrarios a la ley natural (Catecismo de la Iglesia católica, 1997). Por eso, el Papa Francisco establece una distinción entre las uniones civiles y las uniones bendecidas, que no deben confundirse con el matrimonio sacramental, reservado a la unión entre un hombre y una mujer.
Esta decisión del Papa Francisco ha sido acogida con alegría y esperanza por las personas LGTBI y sus familias, que ven en él un signo de cercanía y de amor. Así lo expresó el padre James Martin, un sacerdote jesuita que ha dedicado su ministerio a acompañar a la comunidad LGTBI, quien calificó la medida de “un paso adelante sin precedentes” y de “un regalo de Navidad para las personas LGTBI” (Martin, 2023). Sin embargo, también ha provocado resistencia y crítica por parte de algunos sectores conservadores de la Iglesia, que consideran que el Papa está traicionando la doctrina y la moral católicas, y que está creando confusión y división entre los fieles. Algunos obispos, como el cardenal Raymond Burke, han manifestado su rechazo a la decisión del Papa, y han pedido a los sacerdotes que no la apliquen en sus parroquias (Burke, 2023).
La Iglesia católica se enfrenta así a un gran desafío: cómo integrar plenamente a las personas LGTBI en su seno, respetando su dignidad y su diversidad, y al mismo tiempo manteniendo la coherencia con su propia tradición y su visión del matrimonio y la familia. Un desafío que requiere de diálogo, discernimiento y conversión, tanto de la Iglesia como de las personas LGTBI.