La decisión de la Iglesia católica de bendecir las uniones del mismo sexo ha generado una gran repercusión tanto dentro como fuera de la comunidad LGTBI. Muchas personas han celebrado este gesto como un signo de inclusión y reconocimiento de la diversidad sexual como una expresión del amor de Dios. Otras personas, en cambio, han criticado esta decisión como una traición a la doctrina y la moral católicas, y como una concesión al relativismo y al secularismo.

La decisión de la Iglesia católica supone un cambio radical en la doctrina y la práctica de la Iglesia, que hasta ahora consideraba que el matrimonio era un sacramento reservado a la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta a la vida, y que no podía bendecir las uniones homosexuales por implicar una actividad sexual fuera del matrimonio. Ahora, la Iglesia católica reconoce que las personas en uniones del mismo sexo pueden solicitar una bendición, como expresión de una petición de ayuda a Dios, una oración para vivir mejor y una confianza en un padre que puede ayudarles a vivir mejor.

Esta decisión refleja la actitud más abierta y compasiva del papa Francisco hacia las personas homosexuales, que ya se había manifestado en sus declaraciones anteriores, como cuando dijo: “¿Quién soy yo para juzgar?”, o cuando apoyó la protección civil para las parejas del mismo sexo. Sin embargo, el papa ha dejado claro que la bendición de las uniones del mismo sexo no implica el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo por parte de la Iglesia católica.

Un desafío para las otras iglesias cristianas

La decisión de la Iglesia católica también interpela y desafía a las otras iglesias cristianas, que se encuentran ante la necesidad de revisar y actualizar sus criterios y prácticas sobre la sexualidad humana. Algunas iglesias cristianas ya habían mostrado una mayor apertura hacia las personas LGTBI, mientras que otras habían mantenido una postura más cerrada y condenatoria.

Entre las iglesias que han aceptado y bendecido las uniones LGTBI se encuentran algunas iglesias protestantes, anglicanas y ortodoxas, que han basado sus decisiones en una interpretación más contextualizada y crítica de las Escrituras, en el respeto a la conciencia y la libertad de las personas, y en el reconocimiento de la diversidad como una riqueza y una expresión del amor de Dios.

Entre las iglesias que han rechazado y condenado las uniones LGTBI se encuentran algunas iglesias evangélicas, pentecostales y ortodoxas, que se han basado en una lectura más literal y dogmática de las Escrituras, en una concepción más naturalista y normativa de la sexualidad, y en una defensa más rígida y excluyente de la familia tradicional.

Entre las iglesias que han dialogado y acompañado a las personas LGTBI se encuentran algunas iglesias católicas, protestantes y ortodoxas, que han reconocido la complejidad y la diversidad de las situaciones humanas, y han buscado ofrecer una acogida y una orientación pastoral que respete la dignidad y la integridad de las personas.

Una oportunidad para la sociedad

La decisión de la Iglesia católica es una oportunidad para la sociedad, que se enfrenta al reto de construir una convivencia más justa y fraterna. La diversidad sexual es una realidad que enriquece y dignifica a la humanidad, y que merece ser respetada y celebrada. La Iglesia católica, con su gesto, ha dado un ejemplo de apertura y de amor, que puede inspirar a otras iglesias y a otras instituciones a seguir el mismo camino.

La decisión de la Iglesia católica también es una invitación al diálogo y a la colaboración entre las iglesias cristianas y la comunidad LGTBI, para superar los prejuicios y los conflictos, y para construir una sociedad más justa y fraterna.

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TránsitoInternacionalLa Iglesia católica se abre a las uniones LGTBI, ¿y las demás iglesias cristianas?