Más allá de la célebre parodia que Carlos Latre hacía en Crónicas Marcianas, la Pantoja de Puerto Rico era un personaje único y singular. Nuestro humorista, showman y presentador más camaleónico quedó fascinado con ella, y eso que venía de muy lejos. Su nombre real era Ruddys Martínez, y ha muerto de un fallo renal a los 62 años debido a las complicaciones de la diabetes. Icono LGTBIQ+ latino, su figura ha sido clave para visibilizar una realidad que, por desgracia, se da en la mayoría de los países cuando los padres rechazan a los hijos que confiesan ser gay, lesbianas o transexuales, entre otras identidades sexuales.
Hace más de treinta años, Mami Ruddys, como la llamaban con cariño, se erigió en una especie de protectora para todos esos jóvenes que terminaron en la calle y, en el peor de los casos, sufriendo malos tratos. Así lo recuerda el diario El Nuevo Día de Puerto Rico, que cuenta que de 1980 a 2000 acogió a una treintena de jóvenes de entre 16 y 24 años para que no les faltara comida, abrigo y pudieran formarse y valerse por sí mismos.
Ella misma vivió en sus carnes lo que era la pobreza. Sus padres la echaron de casa con 13 años, pero en vez de rendirse ante el dolor decidió apostar por su arte para progresar. A partir de 1982, la Pantoja de Puerto Rico empezó a hacer de las suyas. Es decir, a ir contra la corriente. Se volcó en ayudar a la gente que había padecido como ella.
Su papel más famoso como transformista fue el de Isabel Pantoja, a quien admiraba desde que era joven. En los últimos tiempos actuaba en los locales Chueca y El Refugio de San Juan de Puerto Rico. Además, también trabajó como modista para la presentadora Charytín Goyco y la ex vedette Lourdes Chacón. En su última entrevista a El Nuevo Día el pasado junio afirmó: “Tengo que sobrevivir y darle un motivo a mi familia (biológica) para que digan: ‘Lo tiramos a la calle, pero es un ser de bien (…)’”. Y lo fue.