El 4 de enero de 1750, dos hombres fueron sorprendidos teniendo sexo en una calle de París. Se trataba de Bruno Lenoir, un zapatero de 23 años, y Jean Diot, un charcutero de 40 años. Ambos fueron arrestados y acusados de sodomía, un delito que podía ser castigado con la muerte en la Francia de la época. Tras un juicio de seis meses, fueron condenados a la horca y luego quemados en la plaza de Grève, el 6 de julio de 1750. Su ejecución causó asombro y horror entre la población, que no entendía la severidad de la sentencia. Lenoir y Diot fueron las últimas personas ejecutadas en Francia por homosexualidad consentida.
La historia de Lenoir y Diot es un ejemplo de la represión y la discriminación que sufrieron las personas LGTBI a lo largo de la historia. Su caso fue excepcional, ya que la mayoría de las detenciones por homosexualidad terminaban con una multa o una reprimenda, pero no con la pena capital. Sin embargo, los dos hombres tuvieron la mala suerte de ser descubiertos por un guardia que los denunció, y de no tener recursos ni influencias para defenderse. Además, su proceso coincidió con un momento en que las autoridades necesitaban dar un escarmiento contra la sodomía, considerada una amenaza para el orden moral y religioso. Lenoir y Diot fueron víctimas de una sociedad intolerante y cruel, que los castigó por amarse.
Afortunadamente, las cosas han cambiado desde entonces. En 1791, Francia abolió la criminalización del sexo entre adultos que consienten, convirtiéndose en el primer país en hacerlo. Desde entonces, el movimiento LGTBI ha luchado por el reconocimiento y la igualdad de derechos de las personas con diversas orientaciones sexuales e identidades de género. En 2014, el Ayuntamiento de París instaló una placa conmemorativa en el lugar donde fueron arrestados Lenoir y Diot, para honrar su memoria y recordar su injusto destino. Su historia es parte de nuestra historia LGTBI, una historia de amor, de resistencia y de esperanza.
