El año 2023 ha sido un año difícil para las personas LGTBI en España. Según los datos del Ministerio del Interior, los delitos de odio por orientación sexual o identidad de género aumentaron un 3,7% respecto al año anterior, situándose como la tercera causa más frecuente de este tipo de infracciones, solo por detrás del racismo y la ideología (Ministerio del Interior, 2023). Además, la pandemia de la covid-19 ha agravado la situación de vulnerabilidad y exclusión social de muchas personas LGTBI, especialmente de las más jóvenes, las trans y las migrantes (FELGTBI, 2023).

Entre los casos más graves de violencia LGTBIfóbica que se han registrado este año, destaca el asesinato de Paloma Barreto, una mujer trans de 32 años que fue hallada sin vida en una habitación de alquiler en Castellón, el 19 de marzo. Según la autopsia, Paloma murió por una sobredosis de drogas, pero su familia y sus amigas denuncian que fue víctima de una agresión sexual y de un abandono por parte de los servicios sanitarios y policiales (Newtral, 2023).

Otro caso que ha causado indignación ha sido el de David, un joven gay de 35 años que fue despedido de su trabajo como camarero por ser VIH positivo, después de que una compañera lo descubriera y se lo contara al dueño del restaurante. David denunció el caso por discriminación laboral, pero no pudo demostrar que el despido estuviera motivado por su condición de salud (El País, 2023).

Estos son solo dos ejemplos de los cientos de agresiones, insultos, acosos, daños o discriminaciones que sufren las personas LGTBI en España por el simple hecho de ser quienes son. Según una encuesta realizada por el Ministerio del Interior en junio de 2021, el 89% de las personas LGTBI que han experimentado algún delito de odio no lo han denunciado, por miedo, vergüenza o desconfianza en las instituciones (Ministerio del Interior, 2021). Esto significa que los datos oficiales solo reflejan la punta del iceberg de un problema social que afecta a la dignidad y los derechos humanos de una parte de la ciudadanía.

Para conocer de primera mano cómo viven y cómo se enfrentan a esta realidad, hemos recogido los testimonios de algunas personas LGTBI que han sufrido o presenciado algún incidente de odio este año. Sus nombres son ficticios, pero sus historias son reales.

Ana, 27 años, lesbiana: “Me pegaron una paliza por ir de la mano con mi novia”

“Estaba paseando con mi novia por el centro de Madrid, una tarde de septiembre. Íbamos de la mano, como cualquier pareja. De repente, se nos acercaron tres chicos, que no tendrían más de 20 años. Nos empezaron a insultar, a decirnos que éramos unas enfermas, unas degeneradas, que nos fuéramos a nuestra casa. Nosotras intentamos ignorarlos, pero ellos se pusieron más agresivos. Uno de ellos me empujó y me tiró al suelo. Los otros dos se lanzaron sobre mi novia y le dieron una patada en el estómago. Yo me levanté como pude y traté de defenderla, pero me cogieron del pelo y me golpearon la cara. No sé cuánto duró la paliza, pero se me hizo eterna. Por suerte, pasó una patrulla de policía y los agresores salieron corriendo. Los policías nos ayudaron y nos llevaron al hospital. Allí nos hicieron un parte de lesiones y nos preguntaron si queríamos denunciar. Nosotras dijimos que sí, pero no sabíamos si serviría de algo. No pudimos identificar a los agresores, ni había testigos ni cámaras. Solo teníamos los moratones y las heridas. Y el miedo. Desde entonces, no me atrevo a salir de la mano con mi novia, ni a darle un beso en público. Sé cómo salgo de casa, pero nunca cómo voy a regresar”.

Carlos, 42 años, trans: “Me negaron el acceso a un baño público por ser trans”

“Soy un hombre trans. Nací con un cuerpo femenino, pero desde pequeño me sentía un chico. A los 18 años, empecé mi proceso de transición, con hormonas y cirugías. Ahora estoy feliz con mi aspecto y con mi identidad. Pero no todo el mundo lo respeta. Un día, estaba en un centro comercial y necesitaba ir al baño. Entré en el de hombres, como siempre hago. Pero cuando salí, me encontré con un guardia de seguridad que me estaba esperando. Me dijo que no podía usar ese baño, que era solo para hombres. Yo le dije que yo era un hombre, que tenía mi DNI que lo acreditaba. Él me dijo que no me creía, que me había visto entrar con una mujer y que era evidente que yo era una mujer. Me dijo que me fuera al baño de mujeres o que me fuera del centro comercial. Yo le dije que eso era una discriminación, que yo tenía derecho a usar el baño que me correspondía. Él se puso más violento y me cogió del brazo. Me arrastró hasta la salida y me echó a la calle. Yo me sentí humillado, ofendido, agredido. No pude hacer nada. Nadie me defendió. Nadie me ayudó. No entiendo por qué me tratan así. No entiendo por qué no me dejan vivir en paz”.

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TránsitoPalizas, despidos y humillaciones: el calvario de las víctimas de la LGTBIfobia en 2023