Sue, un enfermero de 25 años, llegó a Canadá en 2018 como estudiante internacional y solicitó refugio por su orientación sexual. Sin embargo, su petición fue rechazada porque no pudo demostrar que era gay. Ahora, se enfrenta a un destino incierto y peligroso en su país natal, donde ser homosexual puede costarle la vida.

Uganda es uno de los países más hostiles para las personas LGTBI, con una ley que castiga con la pena de muerte ciertas conductas homosexuales. Desde su entrada en vigor en mayo, se han multiplicado los casos de abusos y violencia contra esta comunidad, tanto por parte de la policía como de la población.

Sue, que prefirió mantener su identidad en el anonimato, contó su historia al medio canadiense Global News. Dijo que no sabía cómo probar su sexualidad ante las autoridades. “Solo les dije que soy un hombre gay”, afirmó. Aportó pruebas de su participación en la comunidad LGTBI de Edmonton y una declaración jurada de un reconocido activista ugandés, pero no fueron suficientes.

“No tengo a dónde ir”, expresó Sue con desesperación. “Estoy atrapado y el lugar que pensé que me daría consuelo me está echando. Es difícil explicar lo que siento, pero ahora mismo siento que no tengo a dónde ir”.

Sue admitió que había asumido que en Canadá estaría “cómodo” y “bien como soy”. Añadió que le parecía “ridículo” tener que probar su sexualidad más allá de toda duda razonable.

“Todo esto es un horror. Siento que estoy en una pesadilla y quiero despertar, pero no puedo. Solo estoy rezando y esperando que el gobierno pueda intervenir”.

Si nada cambia, Sue, que inició su proceso de solicitud en abril de 2022, será deportado el martes (19 de diciembre).

Su abogado, Michael Battista, dijo que no entendía por qué Canadá no había puesto una moratoria en la deportación, algo que podría hacerse para las personas que regresan a comunidades donde corren peligro.

“Dada la deterioración de la situación de los derechos humanos en [Uganda], creo que sería una buena medida política por parte del gobierno de Canadá”, opinó.

Mientras espera en el limbo los próximos días, Sue no puede evitar pensar en lo que le espera en Uganda.

“Mi familia entera me abandonó, así que aunque llegue al aeropuerto, no sé dónde voy a quedarme. No sé a dónde voy a ir. Me he quedado sin opciones”.

“Hay una posibilidad muy alta de que me arresten y me torturen, solo por identificarme como un hombre gay. Esto es algo muy desalentador, que un ser humano pueda tratar a otro con tanta crueldad”.

Sue también ha escrito al diputado de Alberta Randy Boissoneault sobre su caso, cuya oficina dijo a Global News que estaban al tanto de su situación y trabajando con los funcionarios de inmigración.

Por su parte, un portavoz de la CBSA (Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá) dijo que la “decisión de expulsar a alguien de Canadá no se toma a la ligera” y que “todas las personas que están sujetas a la expulsión tienen acceso a un debido proceso y a una equidad procesal”.

Su declaración decía: “Canadá está monitoreando la situación en Uganda y sigue comprometido a ofrecer protección a los refugiados que la necesitan, incluidas las personas que han sido perseguidas por su orientación sexual, expresión de género, identidad de género y características sexuales”.

La ley anti-homosexualidad de Uganda ha provocado una enorme protesta de los grupos de derechos humanos y LGTBI de todo el mundo, con Estados Unidos revisando su orientación de viaje al país e imponiendo sanciones a los funcionarios ugandeses.

Sin embargo, el país ha insistido en que no cederá y ha acusado a Estados Unidos de impulsar “la agenda LGTBI en África”.

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TránsitoInternacionalCanadá le da la espalda a un hombre gay que busca refugio y lo envía a Uganda, el país más homófobo del mundo